"You can't wake a person who is pretending to be asleep" (Navajo proverb)

miércoles, 18 de abril de 2012

Convergiendo...

Anoche soñé con él... y aunque ahora mismo no podría describirlo, al despertar podía visualizar su rostro tan nítido que lo podría haber dibujado sin problemas.


Empezamos con mal pie... me echó una gran bronca por algo que hice y ahora mismo no recuerdo. Lo hice sin querer, pero se que me merecía esa bronca así que a la mañana siguiente, cuando me tocó desayunar a solas con él porque el resto de gente había salido temprano, no pude más que mirarlo avergonzada por lo que hice. Él me miraba con una mezcla entre odio y resignación. Pero, como único anfitrión que quedaba en la casa, no tenía más remedio que servirme un poco de café... "Puedes creer que nunca he tomado café para desayunar?", le dije en un intento de parecerle interesante. Pero no resultó... sonaba más llamativo en mi cabeza. 


Sin embargo, conforme pasaban los minutos y mi mirada reflejaba más culpabilidad, la suya se volvía más comprensiva, como más tierna. Me ofreció algo para acompañar el café, más amable esta vez. Acepté con una sonrisa, sonrisa no devuelta. Terminamos el desayuno, yo con la imperiosa necesidad de acercarme más a él, y él... un poco más cerca mía.


Me dispuse a recoger la cocina y fregar los cacharros del desayuno, a lo que él se opuso educadamente, aunque igualmente lo hice. Me lo agradeció mientras su expresión era la de: ¿por qué esta chica se empeña en agradarme después de la gran bronca que le eché ayer si ni me conoce ni tendría por qué volver a verme si saliera por esa puerta ahora mismo?


Y es que aún no se había dado cuenta de que era él. Yo, inconscientemente, sí.


Mi familia y yo estábamos de visita en su casa. Mis padres y los suyos son viejos conocidos y pasamos la noche allí. Como yo no parecía muy dispuesta a irme hasta que llegaran nuestros padres, me preguntó si quería acompañarlo a hacer unas compras. Yo, por supuesto, accedí.


A medida que iba pasando el día nos sentíamos más cerca el uno del otro... su mirada ya no era de odio ni de comprensión, sino de embelesamiento. Cada vez que me miraba me sentía plena... no se si seré capaz de describir su expresión. Era como si estuviese contemplando a la persona con la que sabía que nada malo podría sucederle jamás si la tenía a su lado...


Yo, en tan solo unas horas, me había convertido en lo que él, sin saberlo, había estado anhelando toda su vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario